La responsabilidad, la ética y el profesionalismo en seguridad contra incendios, elementos fundamentales en el desarrollo correcto de esta profesión.
Por Jaime A. Moncada*
En una región donde la autoridad competente tiene poca incidencia en la calidad del diseño, instalación y mantenimiento de las instalaciones contra incendios y en donde, en términos generales, el asegurador aún no tiene la capacidad de llenar este vacío, el usuario, léase la compañía que decide comprar un sistema de seguridad contra incendios, tiene limitadas maneras de saber si está tomando la decisión correcta.
Por consiguiente, la única manera de asegurar niveles aceptables de seguridad contra incendios es si el ingeniero diseñador y el instalador de estos sistemas toman su trabajo con la debida responsabilidad, ética y profesionalismo. Sin embargo, es común oír entre los ingenieros e instaladores que tienen la infraestructura y experiencia para poder asegurar niveles aceptables de protección contra incendios, que es muchas veces difícil competir en un mercado como el nuestro, donde individuos y compañías sin conocimientos de nuestra tecnología, o sencillamente sin escrúpulos, están siempre interesados en ganar el proyecto bajándole la calidad a la instalación.
Sistemas de seguridad contra incendios que quedan mal instalados y que no cumplen niveles aceptables de protección contra incendios nos afectan a todos. Primeramente, al usuario, pues no obtiene un nivel de seguridad aceptable, aunque haya gastado ya dinero en protección contra incendios. También pierde la sociedad, las compañías aseguradoras y las autoridades locales, pues no se han obtenido niveles mínimos de protección. Pierde el fabricante/instalador, pues en un ambiente sin un nivel mínimo de profesionalismo, la competencia entre licitantes se torna en una competencia de precios y la propuesta ganadora no incluye probablemente suficiente equipo para que el sistema sea realmente efectivo. Y pierden los ingenieros de protección contra incendios, pues para ellos es difícil competir con diseñadores que no han estudiado nuestra tecnología, ni entienden la complejidad de este tipo de ingeniería.
La mayoría de los ingenieros y consultores que practican la protección contra incendios en Latinoamérica son autodidactas. Muchos, pero muchos de ellos han buscado profesionalizarse tomando cursos, certificándose en diferentes entidades, y tomando su trabajo con responsabilidad, ética y profesionalismo. Yo tuve mucha suerte al iniciarme en este medio con el pie derecho, no solo decidiendo seguir los pasos de mi extraordinario padre, sino también teniendo la oportunidad de estudiar ingeniería de protección contra incendios en la Universidad de Maryland (UMD), una de las más reconocidas universidades, y luego trabajando en Rolf Jensen & Associates (RJA), la más afamada consultora en ingeniería de protección contra incendios. En UMD y en RJA estuve bajo la tutoría de ingenieros increíbles, y quisiera mencionar a dos de ellos que ya no están con nosotros.
En Octubre 13 del 2014, el Dr. John L. Bryan, profesor emérito de Universidad de Maryland murió en Frederick, Maryland a sus 87 años. “Prof” como lo llamábamos afectuosamente todos sus pupilos, fue el fundador de la carrera de ingeniería de protección contra incendios en UMD, en 1956, y luego fue su rector hasta 1993. Cuando mi padre y mi madre nos llevaron a mí y a hermano Santiago (q.e.p.d.) a visitar esta Universidad en 1981 por primera vez, con la intención de registrarnos allí, Prof nos recibió en su despacho y nos dimos cuenta de que estábamos por unirnos a una fraternidad muy especial. Mi hermano y yo nos graduamos de esa Universidad en 1985.
Prof Bryan fue una persona inolvidable para todos sus alumnos. Cuando entrábamos a una de sus clases, él ya había llenado el tablero con extensas notas sobre la lección del día, las cuales habían sido escritas con exquisita caligrafía. Luego de descubrir esto, siempre llegué tan temprano como él al salón de clases, pues para mí, con mi inglés pedestre de aquella época, era una bendición de dios tener esa información de antemano y luego oír su experta explicación.
Prof tenía un sentido sarcástico del humor, así como una memoria fotográfica. Cuando revisaba los exámenes o reportes de nuestras prácticas del laboratorio de fuego y se daba cuenta que estábamos “faroleando” en nuestras respuestas, ponía al lado de la respuesta el dibujito de un muñeco de nieve, en referencia a un “snow job”, que en inglés coloquial quiere decir que estábamos haciendo un esfuerzo por engañarlo. Sus alumnos comentábamos no sobre la nota que habíamos obtenido, sino sobre si habíamos recibido muñecos de nieve. Recuerdo también un evento muchos años después, conmemorando los 30 años de la carrera de ingeniería de incendios, donde presentó a centenares de graduados en la audiencia por sus nombres completos, incluyendo información de donde trabajaban en ese momento, todo de memoria.
Los reconocimientos que Prof Bryan recibió durante su carrera como ingeniero de protección contra incendios son extensísimos. Fue Presidente del Consejo Normativo (Standards Council) y Presidente de la Junta Directiva de la NFPA. Recibió los más altos reconocimientos de la NFPA y la SFPE. Desde 1966 participó activamente en comités técnicos de la NFPA 101 y su área de mayor reconocimiento técnico fue su estudio del comportamiento humano durante los incendios. Él fue quien descubrió el “mito del pánico”1 en los incendios. Pero en mi opinión su principal logro fue traspasar lo que sabía, de una manera gentil, simpática y desinteresada, a todos los que tuvimos la suerte de ser sus estudiantes. Él es un gran ejemplo.
La segunda persona a la que me refería anteriormente es Rolf H. Jensen, PE, quien murió a sus 73 años, el 13 de agosto del 2002. Rolf se graduó como ingeniero de protección contra incendios en 1951 en el Illinois Institute of Technology (IIT), en Chicago. Fue gerente técnico en Underwriters Laboratories (UL) y luego, durante 10 años, fue profesor y decano del programa de ingeniería de protección contra Incendios en IIT. En 1969, luego de investigar el emblemático incendio del Centro de Convenciones McCormick Place en Chicago, fundó a RJA, una firma consultora en ingeniería de protección contra incendios que se ha convertido a través de los años en la más importante del mundo, hoy día llamada Jensen Hughes.
Entre sus muchos logros están el desarrollo del concepto de “soluciones equivalentes” a lo estrictamente requerido por los códigos de seguridad contra incendios, impulso la idea de incrementar la distancia de recorrido a una salida cuando existen rociadores automáticos, y sugirió por primera vez la utilización de rociadores de respuesta rápida.
Yo trabajé para su compañía durante 15 años y tuve el honor de colaborar directamente con él en el análisis de varios grandes incendios en Puerto Rico. Él siempre decía: “Preocúpate por tu profesión y por tus clientes”. Siguiendo su ejemplo entendí que el canon de ética que sigue un ingeniero de incendios tiene que ser el más alto, ya que nuestras acciones tienen que ver con la seguridad de la gente. Nunca dejó que RJA representara ningún equipo o producto, y nunca permitió que hiciéramos lobby, en nombre de organizaciones industriales. Además, me inculcó la responsabilidad de que todos tenemos en donar nuestro tiempo y conocimiento en pro de nuestra profesión. Él, conociendo la labor voluntaria que venía haciendo mi padre, me impulsó a trabajar con la NFPA en el desarrollo de nuestra profesión en Latinoamérica.
Rolf tenía muy claro que una profesión tan pequeña y tecnificada como la seguridad contra incendios requiere de nuestro apoyo voluntario para poder desarrollarse. Él pertenecía a más de 60 comités técnicos y presidió el comité de la norma NFPA 13 sobre rociadores automáticos por 37 años. Su ejemplo de servicio y profesionalismo es imborrable.
¿Por qué menciono todo esto? Porque estoy convencido que sin responsabilidad, ética y profesionalismo no vamos a sacar a nuestra industria adelante. También, porque los que ya cumplimos más años que los que nos quedan, tenemos una responsabilidad de enseñar, de compartir lo que sabemos, de devolver lo que nos ha dado nuestra profesión, y de participar como voluntarios en comités y foros técnicos para que las nuevas generaciones lo tengan un poco más claro.
Nota al pie 1: NFPA Journal Latinoamericano, “Caos o Pánico – Que Pasa Durante el Proceso de Evacuación en un Incendio”, J. A. Moncada, Junio 2005.
* Jaime A. Moncada, PE es director de International Fire Safety Consulting (IFSC), una firma consultora en ingeniería de protección contra incendios con sede en Washington, DC. y con oficinas en Latinoamérica. Él es ingeniero de protección contra incendios graduado de la Universidad de Maryland, coeditor del Manual de Protección contra Incendios de la NFPA, Vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros de Protección contra Incendios (SFPE). El correo electrónico del Ing. Moncada es [email protected].
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