Uno de los rubros más importantes de inversión en la mejora de la competitividad de cualquier empresa, e incluso país, está en la formación y actualización de sus recursos humanos.
Por su parte, los fabricantes de equipos de seguridad electrónica, desde hace varios años, han seguido la tendencia de obligar a las empresas distribuidoras e integradoras a certificar al personal de las mismas en sus productos y equipos, como una forma de garantizar al máximo la buena instalación y el tratamiento de sus equipos, así como la disminución de los reclamos por garantías de fábrica.
Esta iniciativa sin embargo, ha conllevado en múltiples ocasiones a que durante los seminarios y encuentros para la capacitación en los equipos específicos de un fabricante los instructores se encuentran con las barreras de que los asistentes desconocen los principios básicos de la seguridad electrónica, lo cual, por una parte, impide a los alumnos optimizar las capacitaciones y por otra, atrasan los procesos de instrucción de los docentes.
ALAS desde hace 12 años ha desarrollado la ardua tarea de suplir estas necesidades de formación básica en las diferentes disciplinas de seguridad electrónica con más de 5 mil alumnos certificados a lo largo de toda Latinoamérica, los cuales hoy pueden asimilar y optimizar los encuentros y capacitaciones que los fabricantes imparten en la actualización de los nuevos equipos, las nuevas tecnologías y la optimización de las aplicaciones de los mismos, las cuales cada día van dándose en un mundo tan cambiante y en pleno desarrollo como el de la electrónica y en particular en sus aplicaciones a la seguridad.
En esta misma columna hace unos meses comentaba que “una buena gestión del conocimiento por parte de las empresas garantiza en estos momentos convulsos una mejor disposición para enfrentar la innovación, el desarrollo y la capacidad de satisfacer las exigencias de los clientes que son cada día mayores”, no obstante, seguimos observando ha empresarios que lejos de cuidar a la gallina de los huevos de oro que les ha dado tantos beneficios, poco a poco la ven más como el almuerzo del próximo día.
Recordemos que invertir en formación, conocimiento y desarrollado de nuestros recursos humanos es la mejor posibilidad de enfrentar con éxito el futuro.
Luis González Nogales
Presidente
La importancia de profesionalizar los operadores
Después de hacer grandes inversiones en sistemas de seguridad de última generación, los gerentes de edificios frecuentemente echan a perder la inversión. Profesionalizar es más sencillo y menos costoso de lo que generalmente se cree.
Por: José Luis Romero*
Lo que me motivó a escribir esta columna es una pregunta que tal vez muchos de ustedes ya se han hecho pero que la industria no resuelve.
¿Por qué las personas responsables de seguridad de los inmuebles inteligentes deciden adquirir los sistemas de seguridad integral más sofisticados que hay en el mercado – pagando grandes sumas de dinero – para luego dejar que los manejen empleados (operadores) deficientemente capacitados para utilizarlos?
En el artículo “El costo potencial de la operación de seguridad” publicado en la pasada edición del Securum, hablé de las pérdidas irreparables en las que se puede incurrir al no contar con un personal suficientemente capacitado.
En esa ocasión también esbocé paso a paso qué puede hacer la organización para profesionalizar a sus operadores.
Por el contrario, en el presente artículo exploro las posibles causas por las que los altos ejecutivos encargados de la seguridad de sus inmuebles inteligentes, no profesionalizan adecuadamente a sus operadores.
Tal vez existan tantas situaciones como directivos de edificios inteligentes. Sin embargo, para mantener la objetividad podemos hablar de las tres principales fuerzas que entran en juego: cultura, falta de regulación y reducción de costos.
El componente cultural
¿Qué quiere decir cultura? Cultura en términos prácticos – no antropológicos ni filosóficos – quiere decir “patrones de comportamiento.”
Es decir, si una persona nace en un país donde todo el mundo consume chile o tortillas, o lo que sea, lo más probable es que esta persona termine comiendo lo mismo.
Si una persona trabaja en una industria en la cual la gran mayoría de los operadores de sistemas seguridad están deficientemente capacitados, lo más probable es que esta persona asuma que este es el estándar aceptable, y muy posiblemente ni siquiera cuestione esta práctica tan común en su propia industria.
El problema de la falta de regulación
¿Existen o no organismos reguladores – ya sea gubernamentales o específicos de la industria de seguridad – que delineen y hagan respetar parámetros de capacitación y desempeño en cuanto a operadores de sistemas de seguridad se refiere?
De no existir estos organismos reguladores, es más probable que en esta industria los estándares de profesionalización de estos operadores sean susceptibles de ser mejorados.
La reducción de costos
Todos necesitamos reducir costos, más aún en estos tiempos económicos. La capacidad de reducir costos siempre ha sido una ventaja competitiva. ¿Quién desea gastar recursos – tiempo, dinero y esfuerzo – en capacitación aparentemente innecesaria? Nadie.
Además, un personal más altamente capacitado comúnmente conlleva a un sueldo más competitivo – lo cual tiene una dirección diametralmente opuesta a la reducción de costos.
Las consecuencias
El factor “cultura” sumado a una “falta de regulación” y conjugado con la necesidad constante de “reducir costos” tiene las siguientes consecuencias:
- Un deficiente profesionalismo con el que se manejan los más altos y sofisticados sistemas de seguridad de los edificios inteligentes.
- Un desaprovechamiento de la compra millonaria del equipo de seguridad.
- Un peligro latente de dimensiones desconocidas para el inmueble en cuestión y para las personas que lo usan.
Desde el punto de vista de las necesidades e intereses de los altos ejecutivos encargados de la seguridad de inmuebles inteligentes, realmente no vale la pena dejarse llevar ni por la cultura de su industria, ni por la falta de organismos reguladores, ni por su prioridad de reducción de costos.
Cuando la gerencia del inmueble se deja llevar por estos factores, las consecuencias negativas pueden ser astronómicas y seriamente perturbadoras.
A modo de conclusión
Profesionalizar a los operadores es tal vez más sencillo y mucho menos costoso de lo que muchos puedan creer – como lo esbozo en el artículo anteriormente mencionado.
Más aún, los ejecutivos de seguridad se pueden también apoyar en cualquiera de estos dos recursos:
- Un asesor profesional para elaborar un análisis de riesgos y un inventario de estrategias para mitigar los peligros identificados (clasificados según su prioridad).
- Una filosofía de mejora continua, la cual literalmente abre las puertas a herramientas de calidad mundial, desde la búsqueda incesante para poder compartir mejores prácticas entre empresas de giros similares, hasta la implementación de modelos existentes en otros países.
Algunos de esos modelos pasan por el uso de metas Smart para la estandarización de procedimientos. Smart por sus siglas en inglés significa Specific [específica], Measurable [medible], Attainable [alcanzable], Realistic [relista] y Time bound [limitada en tiempo].
Recuerde que una buena meta es Smart, es decir, inteligente.
*José Luís Romero es especialista en la construcción de culturas de alto desempeño a través de habilidades de liderazgo con más impacto en el desempeño organizacional. Para contactarlo visite: http://www.Skills2Lead.com
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