Esto me preocupa, por que podríamos estar abriendo una oscura puerta hacia una dimensión en la que todo vale, en la que prácticamente “el fin justificaría los medios”, una visión demasiado maquiavélica para mi gusto. Y lo peor es que en este escenario entran cualquier tipo de prácticas para posicionarse en un mercado e incluso para ganar proyectos o licitaciones.
Creo que lo que estoy diciendo no tiene mucha novedad. Quizás algunos de los que leen esta columna conocerán casos en donde éste o aquél actor obtuvo beneficios para imponerse en licitaciones gracias a “ayuditas” para los clientes finales, o en ocasiones incluso engañándolos.
Cuando este tipo de situaciones enrarecen el ambiente, los mercados se deforman, pues no todos los jugadores se rigen bajo las mismas condiciones y esto, adicionalmente, conduce a que la información que se tiene de ese nicho sea parcializada, algo que poco interesa a los inversionistas. Infortunadamente en este escenario perdemos todos, incluso empresas serias y de gran renombre que llevan muchos años haciendo negocios con total transparencia y honestidad.
Con este panorama en mente, una de las cosas que tenemos que tener claras es que a todos nos toca hacer nuestra parte para que el mercado cada día se desarrolle. Yo sé que puedo ser reiterativo con esta argumentación, que seguramente ya han visto tocada a modo tangencial en otras editoriales, pero es que las dudas que muchas veces surgen cuando se habla del mercado latino dan para pensar que este es un tema de nunca acabar.
Los invito pues a que sigamos informando al mercado de la mejor manera, recomendando no comprar con base en precios, no participar en negociaciones poco claras aunque los márgenes sean muy buenos y a insistir en otras prácticas decentes. ¿Muy soñador? Quizás, pero esto todavía es gratis, así que me arriesgo.
Un cordial saludo, con toda seguridad.
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