Internacional. Un grupo de investigadores japoneses han desarrollado un novedoso sistema biométrico de sensor olfativo que analiza los compuestos en muestras de aliento para crear un perfil único.
Los científicos de la Universidad de Kyushu, en Fukuoka, utilizaron una matriz de dieciséis sensores para detectar 28 compuestos diferentes viables para la medición e identificación, el proceso luego alimenta los datos a través de un sistema de aprendizaje automático que analiza los datos y genera un perfil.
En grupos de muestra separados de 6 y 20 personas, el sistema pudo hacer coincidir con precisión los perfiles con los individuos aproximadamente el 98 por ciento del tiempo. Al igual que la biometría facial, es de suponer que la precisión se vería afectada por el uso de máscaras.
La biometría que involucra la composición química humana no es completamente nueva. El gas percutáneo emitido por la piel se ha explorado como una opción, pero produce un porcentaje relativamente bajo de compuestos volátiles, en comparación con el aliento. Investigadores en España incluso propusieron usar el olor corporal como biométrica; los experimentos que realizaron en 2014 mostraron que B.O. arrojaron una tasa de precisión del 85 por ciento, y la investigación de la respiración se remonta aún más atrás.
Chaiyanut Jirayupat, uno de los autores del estudio de Kyushu U, señaló las ventajas de seguridad de la biometría química. “Las características físicas pueden copiarse, o incluso verse comprometidas por una lesión”, dijo, llamando al olor “una nueva clase de autenticación biométrica, esencialmente utilizando su composición química única para confirmar quién es usted”.
"La concentración de compuestos volátiles de la piel puede ser tan baja como varias partes por billón o trillón, mientras que los compuestos exhalados por el aliento pueden llegar a partes por millón", continúa Jirayupat. "De hecho, el aliento humano ya se ha utilizado para identificar si una persona tiene cáncer, diabetes e incluso COVID-19".
No obstante los investigadores reconocen que el proyecto aún se encuentra en etapa de desarrollo. Su primera ronda de sujetos de prueba se hizo ayunar durante seis horas antes de dar muestras. Teóricamente, por ahora, una rebanada mantecosa de pan de ajo o un bocado de kimchi funky podrían engañar al sistema, permitiendo que los espías picantes practiquen una especie de subterfugio gastronómico.
“Hemos desarrollado una buena base”, dijo Takeshi Yanagida, quien dirigió el estudio y tiene la esperanza de que una matriz de sensores más grande ayude a combatir la halitosis abracadabra. “El siguiente paso será refinar esta técnica para que funcione independientemente de la dieta”.
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