Gestión, inversión, tecnología, capacitación y decisión son algunos factores importantes que influyen en la intensión de mejorar la seguridad de las ciudades.
por Alberto Jorge Álvarez*
Hace años que Latinoamérica se caracteriza por tener las tasas más altas de homicidios del planeta, varias veces mayores a las del continente europeo. Con solo el 8% de la población mundial, esta región posee el 33% de los homicidios y aquí se encuentran 46 de las 50 ciudades más violentas e inseguras del planeta.
Las causas de este escenario son principalmente: deficiente cantidad de policías, pobreza, falta de educación, desigualdad económica, falta de trabajo y oportunidades, déficit de políticas públicas, desinterés político, fallas del sistema judicial, impunidad, corrupción, marginalidad, pandillas, narcotráfico y crimen organizado o quizás un poco de todas. Hay quienes dicen que no se destinan los suficientes recursos en seguridad, pero el porcentaje de PBI destinado es mayor que el de muchos países más seguros.
Por otro lado, la pandemia acentuó esta situación que vive Latinoamérica siendo la región en desarrollo más afectada del mundo y aumentando la pobreza en un 10%.
A finales del 2020 alrededor de 209 millones de personas se encontraban en situación de pobreza, lo cual representa un 32% de la población de Latinoamérica. Esto corrobora, lo dicho hasta el momento, ya que con solo el 8 % de población mundial, en 2020 se tuvo el 19% de contagios y el 28% de muertes por Covid-19.
Algunos investigadores dicen que el foco del problema es la crisis del sistema educativo y los millones de jóvenes (niños) entre 14 y 28 años que no estudian ni trabajan. Esto representa una gran oportunidad de cambiar el rumbo e integrarlos y desarrollar programas de capacitación a través de becas para mitigar las consecuencias de esta situación.
Por su parte, varios organismos y profesionales en la materia dicen que la solución al problema de inseguridad es a través de un trabajo conjunto entre los gobiernos, fuerzas del orden, asociaciones y la comunidad. Es necesaria la colaboración y el trabajo conjunto de todos para encontrar una solución a medida de las necesidades de la región.
Tecnología en seguridad
Pero entonces, ¿cómo mejoramos los índices de seguridad en Latinoamérica?: Una de las medidas más efectivas es el uso de la tecnología, pero ahí cabe otra pregunta: ¿estamos capacitados en Latinoamérica para usar las últimas tecnologías y hay decisión política de hacerlo?
Si hablamos de seguridad ciudadana o pública encontramos muchas tecnologías que pueden ayudar a prevenir el delito; nuevas cámaras de video vigilancia, sistemas de inteligencia artificial y Big data, detectores de disparos, drones, lectores de patentes, botones de pánico integrados con sistemas de comunicación, apps para celulares, analíticas de video, reconocimiento facial y de patrones de comportamiento entre muchas otras. Sin embargo, toda esta tecnología necesita de varios factores claves como inversión, normativas, implementación, capacitación, operación y mantenimiento.
Muchos gobiernos dicen que no tienen el dinero para afrontar el costo de estas tecnologías, pero ¿cuál es el costo de seguir poniendo en riesgo la vida de los ciudadanos? Tengamos en cuenta que Latinoamérica carece no solo de estudios en tecnologías de seguridad, sino que la mayoría de los países tienen muy pocas normas al respecto y los pocos que las tienen no cuentan con personal capacitado para implementarlas adecuadamente y auditarlas.
Los gobiernos, con ayuda de instituciones educativas y asociaciones, deben generar estas normas, buenas prácticas y certificaciones para los productos, las empresas, los técnicos y profesionales asegurando así la calidad, auditoria y certificación de las instalaciones.
Por último, es muy importante que el personal que vaya a operar estas tecnologías esté certificado y entrenado para poder obtener los máximos beneficios de los sistemas, para eso, existen entidades como ALAS, y más que nada es de suma importancia que se destinen los fondos necesarios para el mantenimiento de estos; es lamentable ver cómo sistemas de última tecnología dejan de funcionar al poco tiempo y nadie los repara porque el gobierno de turno no destinó los fondos necesarios.
En conclusión, Latinoamérica es una región con un potencial económico importante en sus distintos países y también como un solo núcleo regional, pero necesita empezar a repensarse para asumir los retos y mejorar las condiciones de seguridad. La posibilidad de mejora es inmensa, y a esto se le debe apuntar de forma integral para convertir a Latinoamérica en un territorio seguro, restaurar la confianza para invertir en él y mejorar la competitividad.
* Alberto Jorge Alvarez, CEO Asociación Latinoamericana de Seguridad – ALAS.
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