Hoy ver una cámara de seguridad es algo muy común, incluso en los lugares más inverosímiles, lo cual demuestra que esta tecnología definitvamente se posicionó en la mente del consumidor. Ahora lo importante es aceptar que esto ya NO se trata de una moda, va más allá.
Hace unas semanas recibimos un reporte que decía que de todas las modalidades de monitoreo remoto la de vídeo es la que se pronostica para tener un crecimiento más vertiginoso. Los autores del reporte, la firma IMS, agregaron que el mercado en todas las Américas, Europa, Oriente Medio y África estaba valuado en UDS250 millones, un dato sin duda interesante.
El reporte sugiere que la tendencia del CCTV beneficia a todos los actores de la industria, empezando por las estaciones centrales de monitoreo y los proveedores de la misma, gracias a que como negocio genera mejores márgenes de rentabilidad que el monitoreo de alarmas, pero además ofrece beneficios adicionales con la venta de equipos o hardware, como lo llaman algunos. Y dice más: las empresas que se decidieron por reemplazar los guardas -como muchas en Latinoamérica- por el sistema de vídeo cámaras han visto retornos a la inversión en relativamente poco tiempo y a aquellas que no contaban con guardias de seguridad para reemplazar, las compañías de seguros están incluyendo estos equipos como un equivalente para reducir las valores de las primas anuales.
Sin embargo viene la parte más positiva y es que para los expertos la tecnología no reemplaza al hombre. Por más adelanto tecnológico que aparezca en el mundo de las cámaras, siempre se necesitará una persona que administre el sistema. La pregunta que debe hacerse es si existe la suficiente conciencia por parte de los usuarios como para comprender este hecho y si hay disposición de los integradores para informar correctamente a sus clientes.
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