Brasil. La muerte de 234 personas en el incendio de una discoteca en el sur de Brasil desató una ola de fiscalizaciones para evitar una nueva tragedia y mostrar que el país está haciendo los deberes con miras a la Copa Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos.
Sobrevivientes de la catástrofe del domingo en la discoteca Kiss en la ciudad de Santa María relataron que el local estaba abarrotado, la ruta de evacuación mal señalizada, la única puerta bloqueada y los extintores no funcionaban.
Eso sin contar la aparente causa del incendio: una bengala encendida por una banda de músicos en abierta violación de las normas de seguridad.
"No tengo dudas de que los parámetros (de seguridad) van a cambiar en Brasil", aseveró el vicealcalde de Manaus, Bosco Saraiva desde la ciudad en el corazón de la Amazonia. "Lamentablemente la situación es grave", enfatizó.
Las autoridades revisaron el número de muertos, que subió de 231 a 234 porque al parecer algunas de las víctimas no habían sido contabilizadas.
En Santa María, una ciudad universitaria del próspero estado de Río de Grande do Sul, los familiares y amigos de las víctimas exigieron respuestas a medida que el luto daba paso a la ira por la tragedia.
El desastre puso además a la mayor economía de América Latina frente al espejo de sus propias deficiencias y atizó el debate sobre la preparación del país para los gigantescos eventos deportivos mundiales que organizará en los próximos tres años.
La presidenta Dilma Rousseff, conmocionada tras visitar el lugar del incendio, fue clarísima en una reunión con varios alcaldes: "Delante de esta tragedia tenemos el deber de asumir el compromiso y asegurar que jamás se repetirá".
El alcalde de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil con una vibrante escena nocturna, ordenó revisar las normas de seguridad para grandes concentraciones de público y convocó a una reunión con empresarios del espectáculo.
La prensa reportó esfuerzos similares de fiscalización en otras grandes ciudades como Brasilia, Cuiabá, Fortaleza y Porto Alegre, todas ellas sedes de la próxima Copa Mundial igual que Manaus y Sao Paulo.
Gilberto Carvalho, un influyente asesor de Rousseff, dijo que la tragedia de Santa María podría llevar a la aprobación de nuevas leyes de seguridad.
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