Por: Humberto De la Vega
Hace algún tiempo atrás, escribí una colaboración haciendo una muy personal clasificación de los tipos de visitantes que suelen acudir a exposiciones, ilustrando con sal y pimienta los usos y costumbres.
Dado que las últimas semanas he estado viajando y participando en diversas muestras, se me ocurrió ahora hacer lo propio sobre los expositores. Si bien el visitante es la parte medular para que un evento tenga éxito (por diferentes factores que pueden ir desde la cantidad, la calidad, el perfil, etc.), el principal motivador y factor es el expositor.
Seguramente algunas personas diferirán de mi opinión diciendo que el éxito se relaciona con el organizador y su capacidad de convocatoria. Sin embargo, el negocio del organizador es vender espacios y servicios, y quienes se los compran son los expositores.
A continuación, una clasificación de los tipos de exhibidores que se pueden encontrar en las exposiciones:
Los corporativistas: son los “Big Boys” que presumen no necesitar de participar en una exposición para buscar proyectos y/o contactos, pero como “el mercado espera verlos” tienen la obligación de participar. Tienen los espacios más grandes y las producciones más sofisticadas (no necesariamente de buen gusto) y tienen tanto que mostrar que algunos nunca terminan de montar y otros no montan nada.
La cofradía: son todos aquellos reconocidos como las empresas representativas de un mercado local, todos se saludan, se quieren, se odian, se protegen y se atacan entre sí. Su relación es tan compleja como la idiosincrasia del lugar. Son los cimientos de la oferta profesional y la mayoría son empresas de tipo familiar; dependiendo de la generación es la forma de operar y mostrarse.
The lost boys: llegan por casualidad u oportunidad a ofrecer productos o servicios ajenos a la industria. Se la pasan sentados con sendos platos de comida en la mesa y con una cara de aburrimiento, tomando la siesta de vez en cuando. Estos perdidos son impredecibles porque algunos, me consta, han tenido mucho éxito. En alguna ocasión encontré un stand vendiendo vino, y ¡vendieron todo!
Los religiosos: se basan en el concepto de que si “Dios quiere, nos tiene que ir muy bien”. Son las personas más educadas y de mejores sonrisas.
Coyote Ugly: Los más visitados y fotografiados. ¿La razón? Simple, tienen las más bellas y esculturales promotoras. “Todo entra primero por los ojos”, es su máxima.
Los favoritos: Nadie tiene la más mínima idea de qué hacen u ofrecen, pero dan los mejores regalitos, desde bolígrafos hasta camisetas. La consulta más popular que reciben es “está increíble, ¿dónde lo mandaste a hacer?”.
Los pescadores: “Total que perdemos, vamos a ver qué podemos pescar…”. Reparten 17 millones de folletos y se quedan con cinco millones más que no lograron repartir.
Los contaminadores: Normalmente sus productos hacen algún ruido (sirenas por ejemplo) y piensan que accionándolas cada diez segundos atraerán visitantes, pero la realidad es que los ahuyentan y se ganan el repudio general.
Los chinos: Cualquier asiático es “chino” y obviamente sus productos son “chinos”. Su eslogan de promoción es simple: “Balato”.
Y usted amigo lector, ¿qué opina?
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